Los dulces tradicionales le aportan a nuestra cocina la historia de generaciones de amor y dedicación de las madres por sus familias. Replicarlos se convierte en tradición y nos hace protagonistas de la historia.
Las tradiciones nos permiten enriquecer nuestra cultura y así transmitir a nuestros hijos una parte de nosotros, pero también de nuestros antepasados.
¡Qué rico es hacer de las tradiciones un momento de complicidad! Enseñar a los más pequeños de la casa lo que nuestras abuelas nos enseñaron y con lo que nos consintieron, es una de las experiencias más significativas que hay.
Recordemos a nuestras abuelas con esta sencilla receta y llenemos de amor el fogón y las pancitas de todos en casa.
¿Qué necesito?
- 1 litro de agua
- 1 pieza de piloncillo o papelón rallado
- ½ kilo de guayabas maduras
- 1 cucharada de jugo de limón
- 1 taza de azúcar
- 1/2 taza de nuez picada
- 1/2 taza de cajeta (dulce de leche o arequipe)
¿Cómo lo hago?
Paso 1: Lava, corta y coloca a hervir en el agua las guayabas por unos 45 minutos. Licúalas con la menor cantidad de agua posible para que quede una mermelada y pasa por un colador para retirar las semillas.
Paso 2: En una olla coloca el jugo del limón, la ralladura de piloncillo y la crema de la guayaba, cocina por 30 minutos a fuego medio y revuelve constantemente para que no se pegue.
Paso 3: coloca aceite vegetal a un papel encerado y coloca sobre una bandeja, cúbrelo con la taza de azúcar y sobre ello esparce el ate (la preparación de guayaba y piloncillo).
Deja enfriar por una hora, agrega la cajeta (dulce de leche o arequipe), coloca las nueces y sirve. Si gustas puedes refrigerarlo por una hora para que esté frío.